Esta comunidad vive en total clausura, tiene que ser así para que las moradoras del monasterio cumplan con ese modo de vida libremente elegido. Unas vidas consagradas del todo a Dios, y esta consagración es, en palabras de ellas mismas, la causa de su profunda y constante alegría, no se puede servir a dos señores: o Dios o el mundo.

Ante este hecho real nos preguntamos ¿ cuales pueden ser las razones que provocarán la existencia de la clausura ? ¿ Porqué miles de mujeres a lo largo de la historia han elegido como vida el claustro monástico ? ¿ Qué significa la clausura ?.

Las razones con toda seguridad son múltiples y variadas. Sabemos que en el pasado, sobre todo durante el Antiguo Régimen, el deseo sincero de retiro a una vida contemplativa se alternaba con motivaciones muy diferentes y carentes de toda intencionalidad religiosa.

No existe documentación monástica que permita apreciar más razón para ingresar en un monasterio que la vocación religiosa. A pesar de esta consideración, hay indicios para afirmar la existencia de algún que otro problema en el pasado :

 

GALERÍA DEL CLAUSTRO ALTO

 

La primera diligencia que han de hacer las Religiosas quando alguna viniere a pedir el Hábito Santo, es atender al principio de su vocación, y examinar bien si viene de afecto propio, o si viene violentada de sus parientes, porque en esto suele haber mucho peligro"

Fray Antonio Arbiol

 

Según, Sánchez Lora, una de las causas que llevaron con frecuencia en el Antiguo Régimen al claustro forzado, fue el desequilibrio, en el seno de muchas familias, entre las aspiraciones de honor y estatus a través de matrimonios provechosos o, al menos, no desmerecedores, y las posibilidades económicas capaces de culminar tales aspiraciones. De aquí resultó la práctica de, caso de tener varias hijas, casar bien a una, dotándola en cuantía que no desdiga del yerno al que aspira. El resto de las hijas pasarían a la vida religiosa en monasterios que, asegurando un vivir honorable, exijan dotes menores que las que serían necesarias para asegurar similar rango en la vida matrimonial.

Esta situación se daba en España en la época de la fundación del monasterio que nos ocupa. Desconocemos, si en él se dieron algún que otro de estos casos, aunque si es seguro que se dieron de otra índole, a tenor de las edades recogidas en los cuadros de relación de monjas, tenemos la certeza de que muchos padres pusieron a sus hijas en este monasterio para que allí se criasen y educasen con la posibilidad de que terminaran en toma de hábito; porque en ese ámbito ( casi siempre el único conocido ) la joven se convierte en aprendiz de monja.

Aunque en el Concilio de Trento dedica todo un capítulo (sesión 25, cap.18) a la cuestión de la "violentada de sus parientes", estableciendo excomunión ipso facto incurrenda para quien obligue a una mujer a tomar el hábito, dejó abierta la posibilidad de que, la niña fuese educada en un monasterio. Y esta fue una vía muy utilizada en la época por las familias pudientes :

"Poner los padres a sus hijas en los Conventos para que allí se críen en santo temor de Dios, y estén fuera de los peligros del mundo, si ellas no lo repugnan, no es violentarlas a que sean Religiosas, como siempre las conserven con perfecta indiferencia de que elijan el estado decente que quisieren..."

 

VENTANA DEL CLAUSTRO

En la actualidad los motivos de religiosidad femenina son de sincera vocación, nadie las obliga, como ellas mismas dicen, al claustro monástico. Es una elección libre y meditada, amparada en una profunda reflexión y amor a la vida contemplativa. En cuanto a la pregunta de que significa la clausura, ellas mismas responden diciendo que es el cuarto voto de toda clarisa. El sentido que tiene es fácil de comprender: llevar una vida de recogimiento, de silencio, de soledad, para poder escuchar la voz de Dios en el fondo de nuestras almas. Vida de Dios, la nuestra.

Si sacamos a Dios de nuestra vida, o de tan siquiera una parte de nuestra vida, caeremos en el absurdo más grande. Porque El es nuestra posesión, nuestra esperanza, nuestro TODO.

Así ocurre en la Comunidad, todas están consagradas a su vida de recogimiento, y aunque cada hermana tiene su propia personalidad, su propio estilo, y su propia manera de ver las cosas, todas viven por una misma causa que las une: Jesús, Cristo, el Señor.