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En las limitadas noticias, que hallo de esta insigne virgen entre los monumentos de la antigüedad, se descubren tan raros fondos de virtud, que no puede dejar de manifestarle quejosa la devoción, del descuido tan grande, que se tuvo en escribir sus heroicos hechos para ejemplar de Señoras y Religiosas.
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Fue la V. Madre Sor María de Santa Clara de la excelentísima Casa de los Marqueses de Estepa, esclarecido oriente, donde divulgó sus luces este astro luminoso. Fueron sus Padres D. Juan Bautista Centurión, y Doña María Fernández de Córdoba, Marqueses de Estepa, conocidos no menos por sus virtudes, que por las excelencias de su Casa. Nació el día último del año de mil quinientos y ochenta y tres en la Villa de Estepa, alegrando con sus luces aquella ilustrísima familia. Criose en la escuela de su Madre, de quien copió tan al vivo las virtudes, que en pocos años se halló consumada en su ejercicio. Tenía la Marquesa reducido su Palacio a la Clausura, y observancias de un reformado Convento, y con esta oportunidad pudo la niña María hacer vida Religiosa. Industriada de su Madre aborreció la ociosidad, que es matriz de los vicios, y suele poner su trono en los Palacios. |
![]() SOR MARÍA DE STA. CLARA |
Para excluirla hizo distribución del tiempo, aplicando la mayor parte a las quietudes de la Oración, y otros espirituales ejercicios, y lo restante del día empleaba en materiales ocupacionales, y nobles empleos de su generoso ánimo. En las labores de manos fue tal su habilidad, que en cada punto se admiraban repetidos los primores. Escribía con destreza tan gallarda, que no reconoció las ventajas en los más consumados en este arte. Aprendió perfectamente la gramática, y retórica, y ejerció en numen poético en los decentísimos términos de su estado. Estas maravillosas prendas de naturaleza, y gracia la hicieron tan célebre, que fue el blanco de las atenciones, de los primeros Señores de Castilla, pretendiendo cada uno ennoblecer su casa con tan afortunado ascenso. Valíanse de las poderosas instancias de la Marquesa de Camarasa, su hermana, pero todas fueron infructuosas; porque manteniéndose en el dictamen, que desde su primera edad había hecho, de no admitir más esposo, que a Cristo Crucificado, cerró totalmente los oidos a humanas persuasiones, dulces encantos de la vanidad, que suelen malquitar los más devotos fervores. Para que no la molestasen con pretensiones tan contra su genio, manifestó la firme resolución de consagrar a Dios su virginal pureza en las aras de la Religión con las circunstancias de la mayor estrechez en un reformado Convento. Estos designios hallaron el conveniente abrigo en el virtuoso genio de su Madre, y ofreciendo cumplirle sus deseos, se procedió a la ejecución. Muncho sentían los Marqueses haberse de desposeer de este tesoro, que estimaban más que todos sus estados, y siéndoles forzoso dedicarlo al Divino Culto, determinaron se fundase en Estepa Convento, donde siendo Religiosa su hija, no se alejase de su cariñosa comunicación. Determinada esta materia, se comenzó a discurrir en el modo, e instituto de la Fundación, que se planteaba, inclinándose los Marqueses a que no fuese de extremada reforma, por no arriesgar la salud de su hija en los no experimentados rigores. Mantuvose la valerosa virgen en la resolución de que el instituto, que había de Profesar, había de ser el más austrero; y los Padres preciándose más de Cristianos, que de Señores, no quisieron impedir los virtuosos progresos de su hija. |
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![]() PUERTA DE ENTRADA AL COMPÁS DEL CONVENTO |
Comenzó con mucho ardimiento la fábrica del nuevo Monasterio, costeándose a expensas de los Marqueses de Estepa, que hicieron a Dios duplicado sacrificio, dándole no solo a su hija, sino también Casa, donde viviesen sus Esposas. Asistía la Marquesa con notable desvelo a la Obra, y a costa de su cuidado se perfeccionó con mucha brevedad. Procediose luego a traer Fundadores, que establecieren lo formal del Convento, y del de Santa María de Jesús de Sevilla vinieron a Estepa seis Religiosas con otra doncella de aquella Ciudad, que vistiese después el Hábito, y entraron en la nueva asa en los principios del mes de Enero del año de mil quinientos y noventa y nueve. Estableciose luego la vida Regular en el rígido instituto de la primera Regla de Santa Clara, en que se conserva aquel Observantísimo Convento con el título de Santa Clara de Jesús. |
No permitían dilaciones los fervorosos deseos de esta V.Virgen, y viendo ya su Convento en toda perfección, vistió el áspero sayal el Domingo infraoctavo de la Epifanía, día diez de Enero de aquel año de mil quinientos y noventa y nueve, numerando entonces quince años cumplidos de su edad. Comenzó el Noviciado con tales fervores, que la Prelada, y Maestra le hubieron de poner coto en los ejercicios penales, por que no se arriesgase su salud en los penitentes excesos. Portabase con tal destreza en la práctica de las virtudes, que no parecía Novicia, sino muy provecta en la vida Religiosa. Esperose mucho en dedicarse a la humildad, como fundamento firme del virtuoso edificio: Sucedió en una ocasión, que administrándole en la mesa una escudilla de potaje, por estar llena, la llevaron en un plato: Asustose la humilde de Novicia con esta singularidad, y la Abadesa viendo la congoja, procuró desahogarla, diciendo, que semejante diligencia no era, por especial obsequio, sino para evitar el peligro de que las mesas se manchasen. |
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Respondió la Sierva de Dios, que ella lo dispondrķa de modo, que ni se singularizase en una Comunidad tan Venerable, ni quedase desairado el aseo. Así lo ejecutó, quitándole a la escudilla el plato, y poniéndola sobre un pedazo de pan, porque si se vertiese algo de la vianda, no se manchasen las mesas. Con semejante delizadeza miraba por los fueros de su humildad, ejercitando aun en los primeros días los primores de esa virtud. Cumplido el año del Noviciado hizo solemne Profesión de día diez y seis de Enero del año de mil seiscientos, y fue la primera, que en el convento de Estepa profesó la Religiosa vida. |
![]() COMPÁS DEL CONVENTO |
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